«Bilbao se ha caído» – La libreta roja II


128164032El agua del Semois transcurre plácida y fresca al atravesar Chiny, una pequeña población rodeada de verdes bosques y colinas onduladas en Las Ardenas.  La cabaña de verano que Monsieur Deletaille ha puesto a disposición de Jesús y su familia es pequeña, muy coqueta y perfectamente equipada para unas cortas vacaciones. 

Chapoteando en la pequeña playa fluvial y jugando con la arena y las piedras, Luismari olvida su experiencia de la guerra. Es verano, hace sol y hay un río en el que  bañarse, ¿se puede pedir más? Por eso no llega a entender bien por qué a Antonia, su madre, se le saltan las lágrimas y se encierra en el cuarto a llorar una tarde a la vuelta del río.

“Bilbao ha caído, hijo”, le dice muy serio Jesús, como si eso lo explicara todo. Luismari no entiende, no sabe de dónde se ha caído. Pero se ha tenido que hacer daño, porque si no su madre no estaría llorando. Y rompe a llorar él también.

París es grande y tiene hasta escuela. Y hay que ir todos los días. Al principio los otros niños se lo hacen pasar mal. Pero Luismari en seguida se ha hace con una cuadrilla. Ya se entiende perfectamente en francés. Y si hace falta, a tortazos.

En la casa de la Rue Puteaux donde viven ahora –antes han pasado una temporada en un piso de la Rue Monceau– hay un jardín muy bonito, una señora muy amable y elegante, y por todas partes hay vitrinas acristaladas con unas vajillas preciosas. Con dibujos de caza y un hilo de oro en el borde. Pero desde la ventana de la habitación de Luismari sólo se ve una calle muy estrecha en la que no hay nada interesante. Y la almohada de su cama huele fatal. 

¿Cuándo volvemos a casa?

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