
Bajo la férrea aunque cariñosa supervisión de la Tía Maritxu, LuisMari aprovechó bien los dos años que pasó en el colegio de los Maristas de Bilbao. Junto con su inseparable Txelu terminó en su año el bachillerato y, recién cumplidos los diecisiete, viajó a Salamanca para enfrentarse al temido Examen de Estado. Sigue leyendo