Para una noche que no empieza la gente a hacer ruido a las cinco de la madrugada, resulta que me despierto a las… ¡Cinco y cuarto! Mientras Lurdes duerme me dedico a terminar de escribir sobre la etapa de ayer. Pasadas las seis me levanto y voy al salón de la casa rural a desayunar un café de máquina. El café no es gran cosa, pero en la mesa hay una cesta con lo que parecen ser algún tipo de dulces locales, como una masa dura con levadura dorada por fuera con caramelo. Vale, vamos a probar uno. Bueno, otro… Este el ultimo, prometido. Uno mas, pero solo para acabar el café. Y así hasta que ha llegado Ludes, por pocos acabo con todos.
El sol ha salido ya. Unos estiramientos rápidos y a andar, que casi son las ocho!