Lágrimas en la lluvia: el tío Miguel


Miguel Ayani

Hoy ha muerto mi tío Miguel. Tuvo una vida larga y plena. Una mujer que le quiso y que le dio una larga descendencia, nada menos que ocho hijos… y tendría que pensar un buen rato pensando para acordarme de cuantos nietos. La foto que abre esta entrada la tomé hace unos pocos años, en la Almagiada, la reunión familiar que hicimos en la casa de verano de Joaquín, uno de sus hijos. La idea de la reunión surgió en el funeral de su mujer, la tía Teresa, hermana de mi madre. Estuve un rato hablando con él en la carpa del jardín, y le pedí permiso para hacerle un retrato. Me impresionó su expresión cansada. Sus ojos, que yo recordaba siempre risueños. Supongo que ya estaba enfermo.

El tío Miguel era mi padrino de bautizo. Hace muchos años que no tenía una relación frecuente con él. La noticia de su muerte no me ha sorprendido; sabía que estaba mal. Pero me ha quedado una sensación de aturdimiento melancólico. He salido a pasear el perro bajo la lluvia. Y al pasar junto al río, he apartado el paraguas y he mirado un momento hacia arriba.

Buen viaje, tío Miguel.

Actualizado martes 7 a las 9:28:

Releo ahora lo escrito anoche y pienso que ya me vale. En vez de intentar confortar a quienes se despiden de su padre, me miro al ombligo y hablo sólo de mi propia pena. Perdonadme, primos, y dejadme que os envíe un fuerte abrazo. Como se decía antes, os acompaño en el sentimiento. De verdad.

Un comentario en “Lágrimas en la lluvia: el tío Miguel

  1. las alegrias, como las penas, se comparten, si son alegrias se amplifican, y si son penas se dulfican.
    gracias y abrazos

    Ignacio

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